Que internet ha beneficiado a la medicina estética en muchos aspectos es indiscutible. Basta con poner como ejemplo todos los artículos que, como este, escribimos los profesionales del sector para acercar los numerosos tratamientos, muchos de ellos extremadamente sofisticados, al público en general.
Asimismo, los centros divulgamos consejos que pueden ser útiles a muchas más personas, más allá de los pacientes que acuden a la consulta. Y también, muy importante, intentamos utilizar en la medida de lo posible la gran repercusión de este canal, sobre todo a través de las redes sociales, para alertar sobre “malas prácticas” de la medicina estética, que haberlas, haylas.
Sin embargo, internet también ha aportado inconvenientes a este sector. Uno de ellos tiene consecuencias negativas tanto para los profesionales como para las personas interesadas en seguir una terapia médico-estética. Se trata de la credibilidad: ¿qué merece más confianza: la recomendación médica basada en evidencias científicas o la percepción de una persona respecto a un tratamiento?
He aquí un ejemplo: hace unas semanas, se presentó en la consulta una señora de unos 60 años interesándose en rejuvenecimiento facial.
¿Ácido hialurónico o Factores de Crecimiento Plaquetario? ¿Qué eliges?
Nunca se había hecho nada antes, pero había oído hablar del ácido hialurónico. Una vez examinado su caso –edad, tipo de piel, etc.- la dra. Ponga le recomendó como tratamiento preferente los Factores de Crecimiento Plaquetario (FCP) o Plasma Rico en Plaquetas y, como segunda opción, el ácido hialurónico. Ambas terapias tienen un precio similar y la misma pauta: tres sesiones, una cada mes. La doctora le explicó la diferencias entre ambas y el porqué de su recomendación.
La señora cogió cita para su tratamiento con FCP, convencida de que este sistema, que utiliza una fracción de la propia sangre del paciente, era lo más efectivo para devolver a su piel envejecida una nueva densidad, luminosidad y tensión.
El día de su cita, antes de empezar, sorprendió a todo el equipo, doctora incluida, al manifestar que prefería seguir un tratamiento con hialurónico. Al parecer, su argumento “indiscutible” era que había encontrado en las redes un par de entrevistas a famosas que, a pesar de haber seguido un tratamiento con Plasma Rico en Plaquetas, no era apreciable ninguna mejora en su aspecto.
Así que, con una gran pena por la oportunidad que esta señora estaba desaprovechando, la doctora Ponga le aplicó ácido hialurónico, también recomendable, pero de resultados a años luz de los FCP en cuanto a efecto rejuvenecedor en el caso de esta señora.
Este problema afecta a todos los campos médicos (todo el mundo consulta en internet diagnósticos y tratamientos como si no hubiera un mañana), pero en el caso de la medicina estética ocurre más a menudo, porque parece un tema más superficial. Pero no hemos de olvidar que también a este nivel, hay decisiones más efectivas que otras, y en muchos casos, más saludables.
En conclusión, si va a invertir un dinero en un tratamiento médico estético, primero busque un profesional en el que pueda depositar toda su confianza. Y segundo, no ponga en duda su recomendación: seguro que busca el mejor de los resultados, con la mayor seguridad para su salud.